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miércoles, 9 de julio de 2014

Kafka y el derecho del traductor

En el mundo existen muchas ediciones de los libros de Kafka que han sido traducidas a muchos idiomas. Quien fuera un discreto abogado checoslovaco, de lengua alemana, y que murió publicando apenas unos cuantos libros breves, nunca llegó a ver el éxito mundial de sus novelas póstumas, como El desaparecido (durante mucho tiempo titulada América), El castillo y El proceso.

Los mejores traductores del mundo se han volcado a este autor que ha planteado tantos retos y dificultades, así como estímulos para el gran arte de la traducción. En el ámbito de lengua española, los más recientes traductores de Kafka han sido Miguel Sáenz, Juan José del Solar (recientemente fallecido), César Aira, Renato Sandoval y Rodolfo Hásler.

Entre los más prestigiosos y anteriores han estado nada más y nada menos que el gran escritor argentino J. Rodolfo Wilcock, entre otros traductores como Feliu Formosa o J. D. Vogelmann. Es decir, hay toda una lista de maestros de la traducción, oficio que con el paso de los años y el reconocimiento de sus derechos, no solo en cuanto a pago por su autoría intelectual, ha logrado también un reconocimiento público de su trabajo, incorporando sus nombres hasta en la misma portada de los libros.

La razón es evidente: una traducción literaria es una recreación del lenguaje y del mundo del autor a la lengua de destino. La dedicación del traductor exige no solo un talento idiomático sino una cualidad creadora de alto rigor.

Una reciente edición ecuatoriana de la novela El proceso de Kafka publicada en la colección “Literatura y justicia”, pero no hay una sola mención al traductor del libro. Es decir, quien ha hecho la parte más importante del trabajo y que tiene derechos legales sobre el reconocimiento económico y público de autoría. Nada, ni una línea. Apenas se menciona que “Libresa S.A. cede los derechos de traducción de la obra” por esta única edición. Pero ninguna mención al traductor.

Esto no debería ser así, este error entierra la labor profesional de un traductor y su esfuerzo por traducir estas obras de la literatura universal. Como ocurre en las películas de cine que recientemente han añadido, la obligatoriedad de incluir los autores de los doblajes, en toda obra ya sea literaria o no, debe aparecer el nombre del traductor que ha realizado dicho trabajo.

Fuente: eluniveso

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