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viernes, 4 de marzo de 2016

La traducción es clave en nuestra sociedad

Nos encontramos en un escenario internacional en el que las reuniones entre miembros de diferentes países están a la orden del día. Reuniones, congresos, textos técnicos para traducir etc. son la base de la comunicación en la era actual. Las traducciones de calidad son realmente fundamentales en todas las áreas de nuestra sociedad.

Con mucha razón, Victoria Ocampo escribió: “No puede traducirse a puro golpe de diccionario”, ya que la traducción literal desfigura y degrada el texto. Se trata de estar muy imbuido no sólo del área en cuestión, sino de contar con riqueza gramatical y gran capacidad de reflejos y flexibilidad cortical para adaptarse a los más diversos escritos, que exigen mucha gimnasia en la pluma. De lo contrario, se asesina el texto, tal como comprobamos en infinidad de casos. Es un lugar groseramente común el repetir aquello de traduttore-traditore para resaltar la dificultad de ese trabajo.

Por supuesto que no se trata de dar rienda suelta a la imaginación, sino de ajustarse a lo que escribe el autor que se quiere traducir. Para justificar el aserto no hace falta más que atender ciertos títulos de producciones cinematográficas, obras de teatro y libros cuyos títulos nada tienen que ver con el original.

La traducción es un buen antídoto contra las culturas alambradas propias del nacionalismo, dado que fortalece la unión y el vínculo entre procesos que siempre consisten en donaciones y recibos en un contexto cambiante. Esto es así aunque aparezcan vallas formidables en el intento de trasponer un contexto cultural y extrapolarlo con el debido cuidado y con las necesarias notas aclaratorias.

José Ortega y Gasset, en su estudio sobre la traducción, entre otras cosas insiste en que el traductor debe respetar no sólo lo que se dice en el texto, sino lo que no se dice, es decir, los silencios del autor, que más de una vez son insolentemente ocupados por la fantasía del traductor.

Umberto Eco, magnífico escritor fallecido este 19 de febrero de 2016 y autor y entre otras obras de "El Nombre de la Rosa" sugiere aplicar el método popperiano para la traducción, esto es, la noción de la provisionalidad en los textos, abiertos a posibles refutaciones al efecto de captar el significado del escrito que se desea convertir en otra lengua.

La traducción es clave para todas las actividades de la vida y las relaciones humanas, dependemos de las palabras mucho más de lo que imaginamos y su uso correcto cuando las queremos trasladar a otro idioma es esencial para la correcta comunicación.

Fuente: Infobae