Los traductores jurados son los encargados de certificar, mediante un
documento oficial, la validez de una traducción de forma que tenga el
mismo valor que el escrito original. Las instituciones públicas, como
ministerios, universidades, hospitales etc., son las que más demandan
los servicios de traductores jurados y, según los últimos estudios, esta
demanda cada vez es mayor.
Ser traductor jurado es una
profesión difícil, no nos vamos a engañar, requiere de una formación muy
especializada y constante, pero el reto profesional es apasionante para
cualquier traductor.
Para que una traducción jurada
tenga validez, según el Reglamento de la Oficina de Interpretación de
Lenguas, se establece que los traductores jurados emplearán “la fórmula
que a tal efecto se dicte en la orden de desarrollo” del Real Decreto
2002/2009 de 23 de diciembre. Así, en la fórmula de certificación
obligatoria deberán aparecer el nombre y los apellidos del traductor
jurado, el idioma al que realiza la traducción, la lengua de origen del
documento, el lugar, la fecha, la firma y el sello.
Este
organismo también establece que en la orden de desarrollo del Real
Decreto 2002/ 2009 se ha de indicar “la forma y contenido exacto del
sello”. Pero hasta que se publique dicha reglamentación, el contenido
del sello seguirá regulado de conformidad con el apartado 6 del artículo
7 de la Orden de 8 de febrero de 1996, en la que se especifica que
deben figurar únicamente el nombre del traductor jurado, su dirección,
su número de teléfono, su número de fax y el idioma o idiomas de los que
es traductor jurado.
Con respecto al sello, ya el
apartado 6 del artículo 7 de la Orden del 8 de febrero de 1996 indica
que no puede añadirse “ninguna otra mención ni símbolo”, pero a lo largo
del resto del documento hay algunos traductores jurados que sí añaden
otros datos. Entre esos otros datos se pueden encontrar el número de
páginas que tiene la traducción, si la traducción se ha realizado a
partir de un documento original o una copia, si se trata de una copia
compulsada o si es un documento transmitido por fax.
Asimismo,
algunos traductores jurados adjuntan una fotocopia sellada del
documento a partir del cual han realizado la traducción, incorporando
así este documento a la certificación. En cuanto al precio de las
traducciones juradas, los traductores jurados tienen libertad para
elegir sus honorarios. Lo más habitual es que se cobre por palabra, ya
sea según el número de palabras del documento original o según el número
de palabras obtenidas en el texto de destino.
Los
precios también pueden variar según el contexto en que solicitamos los
servicios de un traductor jurado, ya que no nos cobrará lo mismo si
tiene que trabajar un fin de semana o festivo o si el texto a traducir
supone una dedicación mayor de lo habitual, o si se trata de un texto
muy complejo o largo. Todos estos condicionantes pueden provocar
variaciones en el presupuesto que recibamos.
Fuente: denoticias
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